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¿Acaso no era ésta para ustedes la ciudad alegre, la ciudad antigua que plantó sus pies en lugares lejanos? ¿Quién decretó esto contra Tiro, la ciudad que repartía coronas, cuyos negociantes y mercaderes eran príncipes y nobles de la tierra? Lo decretó el Señor de los ejércitos, para abatir la soberbia de los encumbrados y humillar a los poderosos de la tierra.

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